23 de marzo de 2014

Y el camino sigue, a través de ...

Hace algún tiempo (en verdad, bastante tiempo) mencioné que caminaba por el bosque (el mismo en el que estoy ahora), me encontré un hada, me contó una historia y se fue. De esos encuentros, unos cuantos más. Algunos más alegres que otros, diferentes hadas, diferentes historias.
Seguir caminando, desde aquel punto, ha sido complejo. Cuático, tal vez. Bastante alegre también. A veces, charcha. Pero, es la vida misma. Seguir en el bosque, plantando, caminando, respirando. Sin saber bien que es lo que será, pero con la certeza de lo que fue y de lo que ha ido quedando. Aunque no sé que lugares he visitado y cuales visitaré. Pero todo dentro del bosque.
A veces me encuentro con una manga de duendes. Buenos pa' tontear. Buenos pa' reír. Simpáticos los duendecillos.
En otras ocasiones son varias personas las que caminan al lado mío. Me acompañan un par de días, desaparecen y vuelven a aparecer luego de un tiempo. Se aprecia caminar acompañado, uno nunca sabe cuando caerá. Por supuesto, ayudan a ponerme de pie, aunque a veces (como estos últimos meses) cueste un poco hacerlo (y que se entienda, a veces es literal).
Cuando se empiezan a cruzar muchos fantasmas, muchos individuos que no sé quienes son; cuando llego a un pueblo y se escucha música. ¡Música! El momento es perfecto para cambiar el ritmo, dejar de caminar, parar un poco y vacilar. Luego, seguir. Porque no queda otra. Pero usualmente, son buenos momentos.
La pregunta que tal vez alguien se hará por ahí, esa pregunta del "caminar acompañado permanentemente", no me la hago. ¿Pa' qué? Sería vivir lo que no es. Sería preocuparme de no vivir el hoy día. Y no quiero eso, que fome. Si llega, bien. Si no, que le voy a hacer.
Sería bacán encontrar más bardos. Más malabaristas. Más bailarinas. Más carnavales. Más magos. Más piratas. Y seguimos caminando.
Todo esto pareciera ser igual. Pero no. Ahora tengo algo más. Un sueño, algo por realizar. Un desafío. Una verdadera búsqueda. Afortunadamente, hace poco las estrellas se alinearon (si es que en verdad lo hacen) y el primer paso, resultó. Ni sé cuántos más quedan. Pero vamos que se puede. Vamos por ellos.
En fin, también hace un tiempo me compré un disfraz. Es bastante simple. Consiste en una banda, que va en el brazo izquierdo. Significa que algunas veces, me gano un apodo. Aunque con banda o sin ella, el apodo va igual. Pero hay que demostrarlo.
Y bueno, ya me cansé de contar mis aventuras de viajero. Casi cómo lo define un himno. La meta es ir más allá del horizonte. En esta taberna, es turno de otro caminante de contar sus peripecias. Un sorbo del bebestible que está a mi alcance y silencio para mi voz. Porque dentro de todo, el silencio muchas veces me queda bien.

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