9 de diciembre de 2014

La mirada hacia atrás

No es la típica que uno da. No es para estancarme en los detalles y mirarlos en perspectiva. No. Es la que doy de tanto en tanto para la revisión general de los acontecimientos. De la vida. De periodos de tiempo. Y me da tranquilidad que desde hace algún tiempo esta revisión me deja tranquilo. Alegre. Feliz.
Mirar atrás y ver el bosque (seguimos aquí) con un par de árboles quemados, otro par muertos y unos pocos secándose, podría ser visto como malo. Pero cuando te das cuenta de que tienen que morir y de que otros no iban a vivir solo porque sí, porque así son las cosas, y porque no los puedes salvar; te da pena y siempre recordarás pero al fin y al cabo la caminata debe seguir. Aunque cueste.
Pero también se ven todos esos árboles grandes, fuertes, llenos de vida. Se ven tan bien que sonrío al verlos. Dan alegría, felicidad, tranquilidad.
Y si uno sigue analizando el bosque, con los arbolitos en su inmensidad de realidad naturalmente se encuentra con sorpresas. Porque oh!, siempre las hay. Y ahí esta ese árbol, con un espejo clavado y lo miras y te observas. Y "Who am I?" Y pensar que lo que soy tiene que ver con todas esas elecciones, con todos esos árboles vivos que dan sombra, que tapan del frío y del calor extremo, que aportan todos con un aroma diferente para formar el que día a día siento y que soportan el peso de mis pasos. Árboles alegres con diversas pinturas de buenos momentos. Y los ya mencionados tristes. 
La alegría casualmente viene en Diciembre. No es la mejor época para los árboles, pero pareciera que para mí sí.
Y es por eso que diré que:
"So the world goes round and round, with all you ever knew. They say the sky, high above, is caribbean blue. E intento el sendero continuar y mirar e ir más allá del horizonte. Y trato de viajar de la mejor manera porque todo está allá. Y acá. At the same time".

Vamos! (Y que los árboles caminen conmigo lo que más puedan)


22 de junio de 2014

El discurso del Capitán

Caminando estaba cuando me encontré un libro. No leo en exceso a menos que sea de temas en específico, los que más me agradan. Encontrarse un libro mientras caminas por el bosque (sí, el mismo de las imágenes, el mismo de antes, el mismo de siempre)  es poco usual. Un suceso casi único. Obviamente lo recogí. Lo guardé. Y cuando pasé sus páginas me encontré con un discurso. Lo leí porque tenía la duda de qué se le dice a quienes tienes bajo tu mando cuando eres el líder en algo. En este caso, de parte de un capitán. Asumo que fue una guerra, o algo por el estilo. Una batalla, que sé yo. O al menos una batalla bien metafórica. Y decía así:

"Muchachos:
Escuchen con atención. Mañana es el día. Mañana es el clásico. Es el momento para el cual nos hemos preparado. Significa mucho para mí. Cuando el equipo, hace dos años, quedó a la deriva pude haberlo dejado morir. No había nada ni nadie. Eramos sólo tres. No alcanzaba, no era suficiente. El 2012 jugamos con refuerzos, apostando a mantener la tradición. Ganamos, pero no fue lo mismo. El año pasado me autodenominé "capitán", sólo por el hecho de ser el mayor de los que quedaban. No sabía nada de liderazgo, nada de cómo motivar gente, nada de organización. Costó harto rearmar un equipo nuevo. Lo logramos. Costó encontrar las posiciones dentro de la cancha, la sincronización, el conocimiento entre nosotros mismos. Y costó tanto que nos terminó pasando la cuenta. Y ahí sentí que fallé. La ansiedad y las ganas de ganar nos comieron. No fue el otro equipo, fuimos nosotros. Ahí donde se necesitaba un líder, no lo hubo. Este año estamos mejor preparados; lo he visto, lo sé. Y hemos superado las lesiones que no nos dejaron en paz. Hasta yo. Pero aunque tal vez no lo juegue, les tengo que explicar qué es y que significa para mí este partido. Este partido, para mí, es prácticamente todo. Si en el futuro me dijeran cuál es el mejor equipo, diría "Inglesas". Si tuviera que jugar por un equipo toda la vida, sería "Inglesas". Pediría las canchas toda mi vida, buscaría rivales cada vez que pudiera, daría mil veces más jumbitos al jugador del partido, intentaría muchas otras veces motivar a la hinchada. Si jugara el clásico, daría todo mi esfuerzo por ganarlo. Cuando voy caminando, escuchando música, en el metro, en la micro, en cualquier parte pienso en este partido. Imagino, veo, siento que lo ganamos. Me emociono, aunque sólo sea parte de mi imaginación. Veo goles, veo atajadas, he visto infinitas veces celebraciones de victorias por penales. Veo apoyo entre nosotros, de cómo lo daremos vuelta en el segundo tiempo, de qué debemos hacer para mantener el resultado, y así. Jugar por Inglesas, me produce una alegría indescriptible, unas ganas de ganar tremendas, un deseo de atajar todo lo que venga, porque siempre que ganamos es un buen día. No puedo describir todo lo que me produce jugar aquí. Hoy, no les puedo pedir que sientan lo mismo que yo. Pero si puedo, y es mi deber pedirles que den lo mismo que yo daría. Que corran a todas las pelotas, que no den una por perdida, que pateen al arco como si fuera el último tiro, que apoyen al que tienen al lado. Y que cuando ya no queden piernas, pongan el alma, el corazón en lo que queda. Esa es la única manera de ganar. Porque para eso estamos aquí, para entregar hasta la última gota de energía. Pregúntense "¿por qué estamos aquí?". Yo lo tengo claro, estoy aquí para ganar. Y ustedes, también. Porque esto, esto es Inglesas. This is it! Vamos Inglesas!"

Simplemente, speechless.

23 de marzo de 2014

Y el camino sigue, a través de ...

Hace algún tiempo (en verdad, bastante tiempo) mencioné que caminaba por el bosque (el mismo en el que estoy ahora), me encontré un hada, me contó una historia y se fue. De esos encuentros, unos cuantos más. Algunos más alegres que otros, diferentes hadas, diferentes historias.
Seguir caminando, desde aquel punto, ha sido complejo. Cuático, tal vez. Bastante alegre también. A veces, charcha. Pero, es la vida misma. Seguir en el bosque, plantando, caminando, respirando. Sin saber bien que es lo que será, pero con la certeza de lo que fue y de lo que ha ido quedando. Aunque no sé que lugares he visitado y cuales visitaré. Pero todo dentro del bosque.
A veces me encuentro con una manga de duendes. Buenos pa' tontear. Buenos pa' reír. Simpáticos los duendecillos.
En otras ocasiones son varias personas las que caminan al lado mío. Me acompañan un par de días, desaparecen y vuelven a aparecer luego de un tiempo. Se aprecia caminar acompañado, uno nunca sabe cuando caerá. Por supuesto, ayudan a ponerme de pie, aunque a veces (como estos últimos meses) cueste un poco hacerlo (y que se entienda, a veces es literal).
Cuando se empiezan a cruzar muchos fantasmas, muchos individuos que no sé quienes son; cuando llego a un pueblo y se escucha música. ¡Música! El momento es perfecto para cambiar el ritmo, dejar de caminar, parar un poco y vacilar. Luego, seguir. Porque no queda otra. Pero usualmente, son buenos momentos.
La pregunta que tal vez alguien se hará por ahí, esa pregunta del "caminar acompañado permanentemente", no me la hago. ¿Pa' qué? Sería vivir lo que no es. Sería preocuparme de no vivir el hoy día. Y no quiero eso, que fome. Si llega, bien. Si no, que le voy a hacer.
Sería bacán encontrar más bardos. Más malabaristas. Más bailarinas. Más carnavales. Más magos. Más piratas. Y seguimos caminando.
Todo esto pareciera ser igual. Pero no. Ahora tengo algo más. Un sueño, algo por realizar. Un desafío. Una verdadera búsqueda. Afortunadamente, hace poco las estrellas se alinearon (si es que en verdad lo hacen) y el primer paso, resultó. Ni sé cuántos más quedan. Pero vamos que se puede. Vamos por ellos.
En fin, también hace un tiempo me compré un disfraz. Es bastante simple. Consiste en una banda, que va en el brazo izquierdo. Significa que algunas veces, me gano un apodo. Aunque con banda o sin ella, el apodo va igual. Pero hay que demostrarlo.
Y bueno, ya me cansé de contar mis aventuras de viajero. Casi cómo lo define un himno. La meta es ir más allá del horizonte. En esta taberna, es turno de otro caminante de contar sus peripecias. Un sorbo del bebestible que está a mi alcance y silencio para mi voz. Porque dentro de todo, el silencio muchas veces me queda bien.